¿PENSAR PARA APRENDER O
PENSAR PARA ENSEÑAR?
Tratando
de relacionar el pensar con el aprender y el enseñar, se puede plantear lo
siguiente: qué es propiamente pensar, que implica, qué significa, que se debe
hacer para poder pensar? Son una serie
de preguntas sobre el acto de pensar que han sido abordadas en la historia por
filósofos, sicólogos, pedagogos. Lo que nos interesa considerar es sí se
necesita hacer referencia a las diversas teorías desde estos diferentes ámbitos
o contextos para entender claramente lo que sea el pensar. No necesitamos
recurrir a los diversos autores en estos distintos contextos para entender lo
que es el pensar. En el curso de nuestra reflexión sobre elpensar sí se va a
hacer referencia a algunos autores que reconocemos han intentado reflexionar y
cuestionar el pensar y el reflexionar, pero nos interesa más profundizar lo que
entendemos hoy por estas actividades reflexivas, obviamente integrando lo que
históricamente se ha podido tomar de cada uno de estos autores (filósofos,
sicólogos y educadores). Por eso cuando
enuncio qué entiendo por pensar hoy, estoy exponiendo lo que he ido
elaborando teóricamente desde mi lectura y reflexión sobre estos diversos
autores clásicos que han ido abordando el tema desde el contexto
griego. No quiere decir esto que voy a
hacer una referencia sumatoria o enciclopédica a todos estos diversos autores
leídos o tratados, sino que lo que quiero decir es que mi concepto actual de lo
que sea el pensar se ha formado o mejor, lo he formado, lo he ido formando con
la lectura hermenéutica y crítica. Es decir, mi concepción actual sobre esta temática o problemática se conforma
(forma y transforma) a partir de la comprensión crítica que desde el
contexto histórico he ido realizando. Quiero decir con esto que nuestros
conceptos (ideas, opiniones, teorías más
o menos tematizadas o desarrolladas) no son datos sueltos o que “estén” en la
mente o en el pensamiento y que cuando necesitamos hablar de ellos o hacer
referencia a alguno en particular lo extraemos y ponemos ante nosotros como quien
saca un objeto de su bolso (actuando como el mago quien va sacando de su
sombrero diversos objetos para ilusionar a los espectadores de su función).
En
este sentido o en este contexto pensar implica relacionar diversas
ideas, opiniones y conceptos. Piensa, por ejemplo, el ama de casa cuando
planea, antes de ir de compras al supermercado, qué debe comprar, qué le hace
falta según el menú que esté imaginado para sus próximas comidas, con qué
presupuesto cuenta, a qué tienda debe dirigirse, etc, etc. Es decir, este planear una actividad tan
cotidiana y que la puede realizar también cualquiera de nosotros, requiere ya
de un pensar: imaginar, planear, preguntar a otras personas qué necesitan para
traérselo del mercado, etc. O sea,
estamos pensando continuamente en nuestra actividad diaria. Cuando recordamos
lo que hemos hecho, por ejemplo, el día anterior y revivimos los encuentros que
tuvimos con las diversas personas con las que dialogamos y nos sonreímos
interiormente de lo que dijimos o nos dijeron y es como si volviéramos a
revivir dichas escenas de nuestra vida anterior. Este rememorar lo que se ha hecho antes, el día
anterior, por ejemplo, es pensar, es tratar de comprender lo que hemos
hecho , por qué hemos actuado como lo hicimos, es volver a poner en escena lo
que se ha vivido, es un acto recordatorio, es hacer memoria, es activar el
plano paradigmático de nuestro quehacer, de nuestra cotidianidad. Estoy viviendo en dos planos: el lineal,
sintagmático, que coincide o corresponde con el decurso del tiempo vivido como
eje temporal en una continuidad de instantes o sucesión temporal medido por los
relojes como un transcurrir lineal de diversos momentos sucesivos, y el plano paradigmático
que es como un eje transversal que
sostiene cada uno de dichos momentos: cuando me detengo y trato de recordar lo
que he hecho o dicho un momento antes, ya sea próximo o lejano, estoy
intentando reconstruir dicho eje transversal que sostiene lo que voy viviendo.
Se
puede decir que es la memoria de nuestra vida. Puedo acceder a esta estructura
que sostiene mi presente por medio del pensar. Habría que preguntar si este
volver a mi pasado tiene algún sentido o si sirve de alguna forma para formarme
mejor. Es el sentido del llamado examen de conciencia o intento de
recordación de lo que he hecho, pero que solo lo hago cuando he advertido que he
cometido algún error, he olvidado algo o no he sabido conversar o responder a
alguien con quien había dialogado previamente.
Formar
implica, entonces, este eje transversal que se debe realizar a medida que se
avanza en acciones concretas, lineales, sintagmáticas, para lograrlo. Cuando
para conseguir o realizar una determinada tarea en el presente voy realizando
acciones sintagmáticas, lineales, o sea en la sucesión del tiempo, estas
acciones tienen que ir trascendiendo los
momentos del presente e ir construyendo como en un edificio armónico los
diversos elementos que van constituyendo la formación. Pero el maestro no puede
intentar producir esta formación en el
sujeto, en el alumno que supuestamente la recibiera desde fuera. El sujeto debe formarse por si mismo a
partir de la guía que le brinde el maestro que tiene el saber
pedagógico o que sabe, por este saber pedagógico que él mismo en forma
responsable, es decir, consciente, ha logrado, que él solo puede guiar en este proceso formativo que es compromiso
en última instancia del sujeto formarse. No puedo yo, como maestro formarlo si
este sujeto, persona en formación, no es al mismo tiempo consciente que es él, en
última instancia, quien se está formando.
¿Con la orientación que el
maestro le brinde sí podrá llegar el sujeto en formación a ser consciente, a
tomar conciencia que es él quien se está formando, que el maestro solo puede
orientarlo a que se pueda formar por sí mismo?
Esta
es la pregunta que constantemente se debe plantear un profesor o un maestro que
este orientado por un saber pedagógico. ¿Como pretendo que mis sujetos en
formación tomen conciencia que son ellos y solo ellos quienes se están formando
y que yo en cuanto maestro lo que debo hacer es no interferir dicho proceso
formativo? Sería como una tarea
negacionista en el sentido de no intervenir o interferir en dicho proceso
formativo que en última instancia es
tarea responsable del sujeto que está en formación. En este punto recordamos o
tomamos la propuesta de Rousseau cuando trataba de alejar a Emilio de algún
factor como se diría ahora que pudiera afectarlo en su
proceso formativo y lo guiaba para que él, Emilio, solo, en contacto con la
naturaleza, fuera descubriendo, reduciendo al máximo la influencia de él como
maestro y solo guiándole para que el fuera descubriendo lo que otros pretendían
obligarlo a que aprendiera o resolviera desde fuera, de los libros o del contenido
de un programa de una clase, por ejemplo. Esta propuesta naturalista que fue
retomada por la Escuela Activa, de Montessori, Claparede, por ejemplo, se puede
contextualizar en el concepto de la educación como un formarse, o sea, la
formación como un proceso que se va desarrollando desde el sujeto mismo en formación sin la
influencia negativa de un medio social
que perturbaría lo más positivo de este proceso que debe ser lo más autónomo y
auténtico posible, sin ninguna interferencia desde el exterior. Claro que esta propuesta naturalista en el
concepto de formarse puede aparecer muy idealista y utópica en el
momento actual cuando alguien considera que seria imposible aislar al sujeto en
su proceso formativo de la influencia de un medio circundante, tecnológico y
caracterizado por el dominio de las redes sociales, que el sujeto en formación
ya se encuentra envuelto en ellas y sería imposible aislarlo o protegerlo de
la influencia negativa que le produciría todo este contexto tecnológico.