viernes, 29 de marzo de 2024

REFLEXIONES PEDAGOGICAS (3) 2023 José Iván Bedoya M. jbedma@hotmail.com

 

REFLEXIONES PEDAGOGICAS (3) 2023 José Iván Bedoya M. jbedma@hotmail.com

 Facultad de Educación   U. de A.   Medellín   

La propuesta es intentar comprender a Herbart desde Gadamer.   He estado pensando sobre este tema desde el mismo momento en que intentaba contextualizar la pedagogía sistemática de Herbart. Intuía que Herbart a partir de su formación en la filosofía kantiana había elaborado una concepción sistemática del proceso de conocimiento que intentaba a partir de su praxis educativa integrar y no simplemente aplicar a su propuesta pedagógica. Herbart constata que la concepción kantiana del conocimiento no le explica o le permite dar cuenta de lo que en el fondo es el conocimiento, de lo que implica en su totalidad. Entiende que es esencialmente un proceso que integra o debe integrar un conjunto complejo de elementos.   Esta interpretación holística del proceso de conocimiento y en particular del proceso formativo me lleva a pensar que Herbart intuyó la limitación que la filosofía kantiana tenía con respecto al conocimiento.  En la Modernidad se veía el conocimiento solo desde el sujeto racional que debía encontrar un método rigurosamente racional para poder conocer, para poder entender en que consistía el proceso científico tal como lo había llevado cabo un científico como Galileo, por ejemplo. El “concibo en la mente” (concipio) implicaba encontrar un fundamento racional indubitable, a partir del cual construir toda la ciencia moderna y fundar el nuevo modo moderno de hacer ciencia. Es Comenio quien construye la primera pedagogía fundamentada en este nuevo método moderno y con la convicción a partir de aquí que se puede llegar a “enseñar todo a todos”.  Todo, entonces, se puede llegar a enseñar y el estudiante puede conocer todo. Es el optimismo racional de la Modernidad lo que guía a Comenio a sustentar su “didáctica magna”.

Continuando en la Modernidad, llegamos a un racionalismo más sistemático con Kant, en cuyo contexto, sistematizando el método cartesiano y ordenándolo y organizándolo lo más completo posible, se puede entonces conocer no solo más metódicamente sino más racional y ordenadamente todo lo que en ese momento representa la ciencia moderna, de un Newton, por ejemplo. Pero el proyecto pedagógico seguía siendo un esquema exclusivamente racional, cientificista o cientista, en el que predominaba enseñar las ciencias lo más eficazmente posible, hasta llegar a la cientificidad del siglo XIX, orientado básicamente hacia el conocimiento racional de un sujeto que tenía como único objetivo llegar a conocerlo todo de una forma lo más racional posible. Este proyecto se realizó en este contexto moderno y allí también se agotó: no fue más allá de enseñar la ciencia tal como se entendía y fundamentaba en la Modernidad. No contestaba las preguntas que ya Kant empezaba él mismo a plantearse: para qué conozco (o aprendo), ¿qué pretendo hacer con toda esta parafernalia desplegada para conocer? ¿Qué finalidad ética se busca o se pretende?  Desde acá ya Herbart intuyó o previó el carácter formativo que debiera tener todo proyecto pedagógico, solo que él no tenía todo el contexto antropológico para entenderlo así. (Aunque sí previó o intuyó la necesidad e importancia del conocimiento social y ético que se debiera tener del sujeto en formación).

Acudir o recurrir a esta reconstrucción del actual proyecto pedagógico no es solo con un propósito meramente teórico o epistemológico para conocer como se ha constituido desde la Modernidad la que se pueda llamar la pedagogía como disciplina.   Es más bien para constatar o entender cómo esta disciplina si se la puede identificar como tal, no está presente en la formación teórica de los profesores, sobre todo de los universitarios, en la actualidad, ya que en su deontología opinan o enuncian que no necesitan más saber para poder enseñar (y pretender formar) en la ciencia que están enseñando que el dominio que dicen o deben tener de ésta misma